domingo, 25 de julio de 2010

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN


Si vamos a congresos de historia, nos encontramos con temáticas bastante novedosas para quién no conoce mucho acerca de procesos históricos en América Latina. Una de las modas intelectuales de los estudiantes de historia es hablar sobre la Teología de la Liberación, éste disque movimiento segregacionista de la iglesia católica,en la cual, muchos de sus miembros tomaron las armas para abrazar la lucha revolucionaria, con nuevas visiones acerca de Cristo y su rol en la humanidad. Surge el Cristo obrero, el Cristo revolucionario, el sacerdote defensor del pueblo, el sacerdote guerrillero, aquél que vé el evangelio con fundamentos marxistas, etc.
La historiografía de izquierda, se ha caracterizado siempre por comenzar desde cero, o sea, desde que ellos entran en escena. Un ejemplo muy claro de esto, es que escribieron acerca del movimiento obrero en Chile, a partir de la fundación de sus partidos políticos y militantes comunistas, ignorando completamente el rol del Anarquismo en la consolidación obrera de Chile.
Frente a la teología de la liberación, surge la misma interrogante, que legitima la crítica constante hacia los historiadores y la historiografía de izquierda: la poca rigurosidad epistemológica, a la hora de trabajar con las fuentes.
Sobre la teología de la liberación, no debemos engañarnos. Ya en el siglo XVII surgieron voces disidentes dentro del clero en América Latina. Durante el proceso de independencia, muchos sacerdotes lucharon y murieron siguiendo el ideal de independencia, haciéndose capellanes del ejército, siendo montoneros, haciendo misa en campamentos militares, transportando víveres y medicinas entre los soldados. Fueron sacerdotes, los que idearon un vehículo ligero para transportar cañones por el paso de los andes. Fueron los agustinos, quieren ayudaron a organizar el país a Ohiggins, los franciscanos fueron los que defendieron Chillán de las tropas de Pareja, etc. Podemos seguir enumerando hechos protagonizados por eclesiásticos, que más que fanatizarnos ideológicamente con nuestras ideas preconcebidas sobre los procesos históricos, nos hace reflexionar sobre la cognoscencia del clero, frente a los procesos históricos y los contextos políticos en los cuales les ha tocado vivir, sobre todo en América Latina.

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